jueves, 18 de junio de 2009

El boicot (Formarse)

El boicot es la vía en la cual, de forma personal, individual, los ciudadanos comunes manifestamos y ponemos en práctica nuestro rechazo hacia lo que creemos incorrecto.
Ser vegetariano es un tipo de boicot. Ser animalista es un tipo de boicot.

Desde el primer día que dejamos de comer carne, no acudimos a espectáculos con animales, y evitamos los productos que involucran su utilización, ya sea en vestimenta, comidas o artículos hogareños; empezamos a boicotear a un sistema que tiene como uno de sus pilares, el uso y abuso de inocentes animales, seres con las mismas emociones que nosotros, pero con la diferencia de que no pueden hablar. Nadie los escucha, y esa diferencia la pagan muy caro.

Mediante nuestro boicot estamos levantando la voz por aquellos que no la tienen.

Nuestro boicot puede ser de muchos tipos, es flexible, cada uno puede tomar el rumbo que prefiera, lo que le convenza. Lo importante es que sea sincero, coherente y nos haga sentir bien. No importa que, comparado con el del vecino, parezca poco comprometido. El nuestro existe, es firme, y por sobre todo, es nuestro. Es nuestra declaración de guerra, nuestra decisión personal y nadie puede quitarnos ese reconocimiento. Así como siempre va a haber alguien que parezca mejor que nosotros, seguramente habrá boicots que parezcan más profundos que el nuestro, y otros que lo parezcan menos: el lacto-vegetariano se sentirá cómodo ante el escaso (si no es nulo) boicot del carnívoro, mientras que el vegano lo estará con ambos, y el frutariano con todos ellos. Lo importante no es andar comparando, para poder disminuir y disminuirnos, sino mantener un campo de visión que abarque todas las posturas, para poder elegir, qué caminos nos hacen crecer a nosotros y a nuestro compromiso.


Todas las facciones, desde el api-ovo-lacto-vegetariano hasta el fruguívoro, desde el ecologísta hasta el animalista más ferviente; deben unirse, juntar las porciones de sus boicots que coincidan o sean compatibles con los boicots de los demás, para poder así desarrollar un gran boicot, aquel que logre cambios significativos.

La historia nos muestra que es posible, cambios radicales se produjeron cuando las personas se unieron con un fin común.

En síntesis, podemos y debemos plantearle un boicot a todo aquello que perjudique el bienestar físico y psicológico, nuestro y el de aquellos que nos interesan. La realidad nos golpea en la cara, haciéndonos pensar que lo nuestro es una causa perdida, que nuestro boicot es en verdad inofensivo y que no merece vivir. Tratará de hacernos sucumbir ante este panorama, por lo que debemos estar más firmes que nunca, recordar que no estamos solos y seguir soñando con que algún día nosotros reiremos últimos.

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