sábado, 3 de diciembre de 2011

El niño preguntón

Por: Juan Carlos Calderón Pasco

Este era un niño a quien le gustaba hacer preguntas. Por naturaleza todos los niños son curiosos, siempre hacen preguntas, y con ello, aprenden y descubren nuevas cosas. Pero este niño nunca dejaba de preguntar; a sus padres, sus maestros, a sus amiguitos de la escuela y del barrio. ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué vuelan los aviones? ¿Existe Papa Noel? ¿Por qué los perros hacen “guau guau” y los patos “cua cua”? ¿Quiénes son los extraterrestres? ¿De dónde salen los bebés?

Las interrogantes de este niño eran tan simples pero complejas a la vez que no siempre eran resueltas por sus interlocutores. Éstos incluso solían recurrir a la mentira para satisfacer la extrema curiosidad del párvulo, quien además se ganó el apelativo de “niño preguntón”.

Siendo ya adolescente, el “niño preguntón” dejó de hacer preguntas, y no porque conociese todas las respuestas, al contrario, cada día que dejaba de preguntar tenía mucho más dudas que antes. La razón de su silencio fue porque desconfiaba de la credibilidad de las respuestas. Y no era para menos, cuando dejó de ser niño se enteró que Papa Noel no era quien dejaba los regalos junto al árbol de navidad y que las cigüeñas no traían a los bebés.

Más adelante, el “niño preguntón” ingresó a la universidad y estudió la carrera de Periodismo. Luego, cuando comenzó a ejercer su profesión, se complacía por hacer preguntas a sus entrevistados. Era el trabajo perfecto, hacía lo que le gustaba y encima le pagaban por ello.

Con el tiempo, el “niño preguntón” comprendió que no siempre encontraría respuestas a todas las interrogantes que hacía, y era porque no todos los entrevistados respondían con la verdad. Otros evadían las respuestas y algunos simplemente desconocían el tema.

Todos hemos llevado o llevamos aún la esencia de este “niño preguntón”, y hemos llegado a la conclusión de que la vida está hecha de interrogantes de las cuales muchas tendrán respuestas y muchas otras, no, y que por más que nos esforcemos en buscarlas, sencillamente no las encontraremos. Este es el misterio de la vida.

En ocasiones tras satisfacer una pregunta se nos abrirán nuevos cuestionamientos. También recibiremos respuestas que no siempre estarán hechas de acuerdo a nuestra conveniencia o intereses y finalmente, nos daremos cuenta que las respuestas que buscamos no siempre estarán en el mundo exterior, sino dentro de nosotros mismos.

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