La pila de escombros de lo que durante más de 29 años fue uno de los centros comerciales más importantes de la ciudad de Tacna, como si un violento huracán hubiese pasado por allí, da cuenta sobre la magnitud del desastre.
Se veía venir, muchos los decían, otros con silencio cómplice y sin ser videntes, sabían que esa bomba de tiempo llamada Feria 28 de Julio iba a estallar en cualquier momento, y así ocurrió.
El pavoroso incendio que la madrugada del viernes 19 de junio dejó en cenizas más de 500 puestos de venta de este conocido establecimiento, no es otra que el fin de una historia de irresponsabilidad y desidia. De un capítulo donde nunca se perdió la vieja y mala costumbre de creer que “no pasa nada” y de decir que las observaciones y recomendaciones del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) eran incoherentes y que sólo se daban para perjudicar a los usuarios de este mercadillo. Pero la realidad era cruel, o por qué no decir: trágica.
Cómo ocurrió. Eso ya tendrá que investigar las autoridades correspondientes.
Pero lo incuestionable es que lo perdieron todo, decenas de comerciantes y familias se quedaron en la calle, sin su capital de trabajo, sin su centro de trabajo. Vieron con angustia e impotencia como su mercadería - adquirida con varios años de sacrificios y engorrosos préstamos bancarios- era devorada por las llamas. Un incendio de dantescas proporciones, uno de los más grandes que haya ocurrido en Tacna después de la quema del local de la Gobernación el 30 de octubre del año pasado.
Lo perdieron todo, y digo todo porque de aquí en adelante nada será igual para estos comerciantes, quienes ni en sus más amargos y remotos pensamientos imaginaron que ese día fatal llegaría un viernes 19 de junio, cuando muchos dormían plácidamente en la comodidad de sus hogares. Pareciera que el infortunio se hubiera apoderado de los comerciantes, porque no hace mucho, el viernes 29 de mayo para ser más exactos, varios usuarios fueron víctimas de un violento robo en el Mercadillo Bolognesi. Esto dejar mucho que pensar sobre el deficiente sistema de seguridad ciudadana y defensa civil.
Fueron más de cuatro horas que los bomberos tuvieron que lidiar con este infernal acontecimiento. El fuego se extendía rápidamente entre los puestos de venta, a pesar que muchas personas, efectivos de seguridad ciudadana, policías y los mismos comerciantes que de a poco llegaban al lugar, intentaron con vehemencia sofocar el incendio. Esta vez el esfuerzo conjunto no fue suficiente para evitar que se consumara tamaña desgracia. La falta de agua también contribuyó a que esta feria quedara “hecha polvo” en un 80%.
Pero la culpa no es del agua, ni de los extintores inservibles, ni mucho menos de los pillos que en medio del pánico y la desesperación, hicieron de las suyas saqueando la poca mercadería que se salvó. No señores, estas no son las razones de este percance.
En su momento el ex director de Indeci, Jonatan Ríos Morales, antes de la campaña navideña del año 2007, tras una inspección hizo una larga lista de las deficiencias de este centro comercial. Por mencionar algunas y entre las más notables estaban las malas instalaciones eléctricas, cables expuestos y sujetos a palos de madera, que eran básicamente la estructura del mercadillo. Además pasillos demasiados angostos para la evacuación, número insuficiente de extintores, falta de señalización, entre otras.
Ríos también ex vicepresidente regional, luego de dar a conocer su informe sólo recibió críticas malhumoradas de los comerciantes y dirigentes. “Está en campaña”, “seguro quiere ser presidente regional”, “oportunista”, le dijeron.
Y así diversas administraciones del Indeci, Indecopi e incluso funcionarios del Ministerio Público advirtieron sobre el “riesgo inminente”, pero nadie hizo caso, simplemente se hicieron de la “vista gorda”.
Pero la responsabilidad de la desgracia es compartida. Las autoridades municipales también tienen que ver mucho en esto al no haber puesto orden cuando debieron hacerlo y actuar cuando ya todo está consumado. Afortunadamente este siniestro no cobró víctimas mortales, de lo contrario otra sería la historia. Imagínense qué hubiese ocurrido si este incendio se desataba en plena campaña navideña. Hay experiencias similares en el interior del país donde los comerciantes no vivieron para contarla. ¡Reflexionemos!
Ya no se puede llorar sobre la leche derramada, es cierto, pero que esta “leche” no se haya desperdiciado en vano. Los comerciantes tendrán que saber reponerse de esta dura situación y para ello deben recibir el máximo apoyo de las autoridades. La policía por otro lado tendrá que determinar si esto fue provocado o no, y si es así que se identifique a los responsables y se les sancione con severidad.
Que este siniestro que ha dejado pérdidas económicas con montos incalculables, sirva de lección a las autoridades, a los comerciantes de este y otros establecimientos. Se debe tomar conciencia sobre la importancia de contar con un verdadero plan de seguridad ciudadana y defensa civil que se proyecte a futuro, es decir, que se identifique qué podría ocurrir en determinados escenarios y circunstancias. Hoy más que nunca, una zona comercial como la que tiene Tacna debe contar con locales más modernos y seguros, para la tranquilidad de los mismos comerciantes y del público consumidor.
Este siniestro no debió suceder, pero sucedió. La Feria 28 de Julio ya no es la misma con sólo el 20% de sus puestos en pie. De aquí en adelante se deberá tomar en serio las sugerencias de prevención para que tragedias como estas no vuelvan a ocurrir.
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