Por: Juan Carlos Calderón Pasco
Nuestra vida suele estar cargada de
vivencias y un sinfín de recuerdos. También de cosas materiales que
con el transcurrir del tiempo vamos acumulando sin encontrar una
explicación.
Sin duda cada día que pasa nuestra
carga física y emocional es mayor, y sin darnos cuenta llegamos a un
momento en el que sentimos como si estuviésemos atados de manos y
pies, sin poder liberarnos de una mala vibra o de todo el peso que
llevamos encima.
Seguramente en más de una ocasión nos
hemos sentido bloqueados, estancados, sin encontrar el camino que
debemos seguir para sentirnos satisfechos con nosotros mismos; suele
pasar. A veces también encontramos un techo, pues no podemos subir y
estamos amarrados y aferrados a algo que hace imposible encontrar
nuevos horizontes.
Definitivamente estamos llevando una
carga más grande de la que humanamente podemos soportar, y esto se
debe precisamente a que con el paso de los años hemos ido guardando
cosas poco provechosas para nuestra vida, incluyendo las materiales.
Malos recuerdos y experiencias, odios y
frustraciones se convierten en algo así como la piedra en el zapato
que hace más ingrata nuestra corta existencia.
Es tiempo de detener nuestro andar para
sacarnos el zapato y botar la piedra, por más pequeña que esta
pueda parecer. Es momento de deshacernos de la pesada carga y
liberarnos de aquello que nos trae congoja y decepción.
Dejemos fluir las cosas nuevas, y para
ello hay que hacer el espacio adecuado sacando las cosas negativas.
Si seguimos aferrados a cosas del pasado, las nuevas experiencias
nunca llegarán; si seguimos guardando cosas vanas e insulsas que
solo nos generan preocupación, entonces estamos desperdiciando
importante energía mental que debería estar orientada a emprender
nuevos proyectos.
Nuestra vida suele ser como nuestra
habitación, pues si está desordenada o atiborrada nunca habrá
espacio para crecer, todo lo contrario ocurrirá si literalmente
botamos todo aquello que solo nos estorba.
Recuperemos las energías perdidas, las
fuerzas que vanamente hemos entregado a procesos infructuosos, pues
si no estamos completamente renovados y despejados no podremos
disfrutar a plenitud aquellas sorpresas que nos da la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario