Por:
Juan Carlos Calderón Pasco
Todos
en el transcurso de nuestra vida -corta o larga- hemos tenido una
serie de aciertos y también de errores. Obviamente los aciertos son
producto de sabias decisiones que tomamos en un adecuado momento; no
así los errores, que a veces se dan por inmadurez, inexperiencia o
por tomar decisiones demasiado apresuradas.
En
algún instante de nuestra existencia nos hemos detenido incluso a
meditar y hemos anhelado retroceder el tiempo para no cometer los
mismos errores y darle a nuestra vida otro rumbo, otra orientación.
Lo
cierto es que el tiempo no va a retroceder y las cosas que ya hemos
hecho no van a cambiar. Lo que sí nos queda son lecciones de vida de
las experiencias buenas o malas que nos hayan ocurrido.
Aunque
parezca mentira, tanto de las cosas positivas como de los errores del
pasado se pueden aprender muchas cosas, y se puede aprender mucho más
si no volvemos a incurrir en el mismo error.
Se
dice que errar es humano, y es cierto, pues por nuestra propia
naturaleza estamos propensos a equivocarnos no una sino muchas veces.
Sin embargo, es meritorio de nuestra parte levantarnos cuando nos
caemos, mirar hacia el frente y continuar en la búsqueda de nuestros
más caros anhelos.
En
estos días se habla de borrar nuestro pasado para poder emprender
cosas nuevas. Es cierto y suena sencillo de realizar, pero a algunos
que se aferran con uñas y dientes a sucesos del ayer les resultará
muy complicado abrirse a nuevos proyectos.
Hagamos
que nuestra vida sea como un cuaderno abierto para escribir en cada
página una nueva historia, pero a la vez pasando etapas y cerrando
capítulos.
Nos
quedan lecciones aprendidas y el “de aquí para adelante”. Demos
vuelta a la página, sigamos avanzando para terminar nuestro libro
con un final feliz. Como reza un dicho: “Quien hace algo puede
equivocarse, pero quien no hace nada ya está equivocado”.
A
veces nuestra vida, como una hoja en blanco, puede empañarse por la
presencia de un punto negro, y por más buenas acciones que
realicemos, no podremos borrar aquello negativo que ya hemos hecho.
No importa: la vida siempre da revanchas y nuevas oportunidades para
crecer. Procuremos que nuestros actos sean nuestra mejor carta de
presentación.
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