sábado, 6 de septiembre de 2014

Las deudas pendientes

Por: Juan Carlos Calderón Pasco

Todos tenemos deudas pendientes, obligaciones que hemos asumido en algún momento de nuestra vida y que por diversas circunstancias no hemos podido cumplir. Más que deudas de carácter pecuniario, se trata de compromisos que vamos tomando tal vez por temor a no quedar mal con alguien; sin embargo, llegada la hora se nos hace difícil realizar aquello que dijimos que podíamos hacer.
Algunas veces nos comprometemos a ayudar a alguien, otras a acudir a determinado evento social, un evento familiar, el cumpleaños de un amigo, etc. Casi siempre intentamos quedar bien con los demás, pero lo único que logramos es que nuestra reputación quede en tela de juicio por no saber honrar nuestros compromisos.
En ciertas situaciones es imposible poder cumplir algo que hemos comprometido, habrá para ello otra ocasión en la que podamos saldar la deuda. En otras circunstancias somos buenos encontrando la excusa perfecta, pero esta solo nos traerá un alivio momentáneo pues siempre quedará el remordimiento de que le debemos algo a alguien.
No dejan de ser ciertas las frases del acervo popular como “lo prometido es deuda” o “una promesa es una promesa”. Bajo estas premisas, resulta sumamente importante ser sinceros y, sobre todo, valientes a la hora de tomar una decisión o responder a alguien que pida de nosotros un compromiso.
Aunque parezca que resaltan por su simpleza, existen dos expresiones en nuestro vocabulario que si usamos correctamente, nos van a proporcionar en la vida un alto nivel de satisfacción: el ¡sí! y el ¡no!
Para no deber nada a nadie y poder honrar siempre nuestros compromisos, que tu ¡sí! sea siempre ¡sí! y que tu ¡no! sea siempre ¡no!
No nos convirtamos en esclavos de nuestras palabras, como lo hacen siempre los políticos tradicionales y aquellos candidatos que suben a la palestra solo en época electoral. Seamos siempre dueños de nuestros actos y nuestras buenas decisiones.
Un reconocido militar solía decir: “Mi nombre es lo bastante célebre como para que yo lo manche con una infracción a mis promesas”.
Aprendamos a pagar nuestras deudas, aprendamos a cumplir nuestros compromisos para no ser vistos o tratados por otros como referentes de la desconfianza sino como seres cuyas palabras y hechos hablan por sí solos.


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