martes, 13 de diciembre de 2011

El verdadero significado de la Navidad

Por: Juan Carlos Calderón Pasco

La gente camina bastante apurada. El tráfico en las calles se vuelve insoportable. Los centros comerciales lucen saturados. Se acortan los días para la compra de regalos. Las luces, el nacimiento, los villancicos, el pan de pascua. El árbol, el pavo, las tarjetas, el aguinaldo, son detalles que copan nuestra atención a vísperas de la Navidad.


En esta época la fe cristiana se apresta a celebrar una de sus fiestas más importantes, con el propósito de recordar el nacimiento del niño Jesús, el hijo de Dios. La fecha es propicia para fomentar la unión familiar, el amor, la paz, y la esperanza. El mundo se ve mejor al brotar en hombres y mujeres, sentimientos de bondad y altruismo.

Todos estos detalles son perfectos: Las luces iluminan y alegran nuestras casas, los villancicos deleitan y endulzan el alma y el pavo satisface nuestro apetito. Sin embargo, hay algo más sublime y esencial en esta celebración que todos los creyentes debemos tener en cuenta. Se trata de la inmensa bondad de Dios al mandar a su hijo unigénito, Jesús, para salvar al mundo del pecado. Este es el verdadero significado de la Navidad.

Por eso cuando decimos y deseamos ¡Feliz Navidad! estamos anhelando a nuestro prójimo que el niño Jesús nazca en su corazón. No nos olvidemos esta preciada consigna, aun si muchos cuestionan que el 25 de Diciembre sea la verdadera fecha del nacimiento de Cristo. Desear a alguien ¡Feliz Navidad!, sabiendo lo que realmente significa, es todavía más importante.

Que la venidera Navidad, sea un tiempo de paz y regocijo, meditación y esperanza. Que la televisión no nos haga creer que para tener la mejor Navidad hay que hacer las mejores compras en los supermercados. Recordemos que Jesús, el hijo de Dios, nació en un pesebre allá en Belén, mostrando con ello humildad, ternura y amor.

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