sábado, 31 de diciembre de 2011

Un año más, un año menos…

Por: Juan Carlos Calderón Pasco

Nunca me gusta decir Adiós, sospecho que es un término definitivo. Prefiero decir ¡Hasta pronto! ¡Nos vemos luego! ¡Te veo más tarde! Presiento que son frases más alentadoras. Sin embargo hoy, faltando pocos segundos para que acabe el día, será inevitable decir Adiós. Será definitivo, no habrá marcha atrás, este año 2011 se va y no volverá.



Para muchos, incluyéndome, esta despedida nos llena de nostalgia. Nunca he estado ansioso porque un año se acabe, al contrario quisiera que el tiempo se detenga. Pero como ya dije, es inevitable.

Por eso, sólo nos queda rememorar brevemente aquellos gratos momentos que la vida nos regaló en el aún presente año. Mi más grata experiencia fue contemplar la grandeza de Machu Picchu (Mayo 22). ¿Cuál fue la tuya?

Sin duda que tenemos mucho que contar, cada uno de los 365 días que dejamos atrás, podría ser la página de un libro, en mi caso del tomo 32. Ahora se escribirá una nueva página, un nuevo capítulo de nuestra vida y todos esperamos con bastante optimismo que sea mejor que el capítulo anterior.

¡Adiós 2011! Gracias por la vida, por mis padres, mis hermanos y la salud de mis queridos abuelos. Gracias por los amigos, por los viajes, por los gustos y disgustos. Gracias por la música que grabé, por la guitarra, mi fiel compañera. Por los 15 kilos de peso que bajé, por las partidos de fulbito (“pichanguitas”) que jugué. ¡Gracias!
Siempre supe que un día más era un día menos, hoy es oportuno decir, que un año más es un año menos, aun así, ¡Gracias!

Ciertamente, el futuro no está a nuestro alcance, pero la vida continúa, y así como viene hay que vivirla intensamente, con sus alegrías y tristezas, con sus aventuras y desventuras, con sus éxitos y fracasos.

Ahora gracias Dios por darnos la oportunidad de recibir un nuevo año, de poder saludarlo, darle la bienvenida y hasta poder abrazarlo. Esperamos de todo corazón que sea Feliz, Venturoso y Próspero… ¡Hola 2012! ¿Cómo estás? ¿Qué sorpresas me traes? Adelante, toma asiento ¿Te ofrezco algo?

sábado, 24 de diciembre de 2011

La niña que mató a Papá Noel

Por: Juan Carlos Calderón Pasco
A muchos de nosotros, durante nuestra niñez, se nos contó acerca de un viejito bonachón con traje rojo y barba blanca que traía regalos por Navidad, y que ingresaba a las casas a través de la chimenea. Nuestros padres nos solían decir, que si nos comportábamos bien y que si hacíamos todas nuestras tareas, este legendario personaje llamado Papá Noel, nos traería un hermoso regalo, aquel que siempre soñamos o aquel que habíamos visto por la televisión.



Aun cuando casi siempre encontrábamos nuestro regalo bajo un árbol navideño, conforme pasaban los años, el apego por este personaje también llamado Santa Claus, San Nicolás o Viejo Pascuero, iba decayendo en virtud de que nunca lo pudimos conocer o al menos, ver viajando en su trineo, tal como nos habían contado. Ya de grandes supimos la verdad sobre el gordito de barba blanca.

Pero esta es la historia de una niña de seis años, que pese a su corta edad se sentía decepcionada de Papá Noel porque nunca le había traído un regalo en Navidad. Esta pequeña llamada Thalía, pensaba que Santa Claus siempre se acordaba de todos los niños menos de ella. Por eso antes de que llegara otra Navidad y para no sentirse nuevamente triste y decepcionada, decidió matar a Papá Noel.

La decisión fue dura de tomar. La párvula tuvo que cavilar demasiado. Muchas veces pensó que Papá Noel tal vez se acordaría de ella en las siguientes navidades. “Y si pasan varias navidades y Papá Noel no se acuerda de mí, ¿qué pasará conmigo?”, se preguntó muy acongojada la pequeña Thalía, tras admitir que dentro de unos cuantos años más ella dejaría de ser una niña, por lo que ya no tendría sentido que Papá Noel le traiga un obsequio.

Es así que para acabar con su sufrimiento, eliminó de su mente a Papá Noel. Decidió borrarlo. Dejó de existir. Con esto, ella ya no tendría que esperar por un regalo en esta Navidad. Ahora se sentía libre y tranquila, y mucho más al saber que el principal protagonista de la Navidad, no es Papá Noel, sino el Niño Jesús.

Conociendo esto, la niña centró su atención en Jesús el Hijo de Dios, y no para recibir un regalo, sino con la inocente convicción de que con su nacimiento, el mundo tendría paz, esperanza y amor.

Por eso en esta Navidad, centremos nuestra esperanza en Jesús. No digo con esto que matemos a Papá Noel. Aun siendo grandes pienso que todo llevamos un niño dentro de nosotros y para muchos este gordito bonachón acaparó en la infancia todas nuestras expectativas.

Sólo sigamos soñando, sigamos, creyendo, sigamos teniendo fe. El Niño Jesús vino al mundo para salvarnos, para darnos paz y tender un puente entre el hombre y Dios. No olvidemos al principal protagonista, es él quien tiene que nacer en nuestros corazones.

¡Feliz Navidad a todos! Y que abunde la dicha y armonía en vuestros hogares.

martes, 13 de diciembre de 2011

El verdadero significado de la Navidad

Por: Juan Carlos Calderón Pasco

La gente camina bastante apurada. El tráfico en las calles se vuelve insoportable. Los centros comerciales lucen saturados. Se acortan los días para la compra de regalos. Las luces, el nacimiento, los villancicos, el pan de pascua. El árbol, el pavo, las tarjetas, el aguinaldo, son detalles que copan nuestra atención a vísperas de la Navidad.


En esta época la fe cristiana se apresta a celebrar una de sus fiestas más importantes, con el propósito de recordar el nacimiento del niño Jesús, el hijo de Dios. La fecha es propicia para fomentar la unión familiar, el amor, la paz, y la esperanza. El mundo se ve mejor al brotar en hombres y mujeres, sentimientos de bondad y altruismo.

Todos estos detalles son perfectos: Las luces iluminan y alegran nuestras casas, los villancicos deleitan y endulzan el alma y el pavo satisface nuestro apetito. Sin embargo, hay algo más sublime y esencial en esta celebración que todos los creyentes debemos tener en cuenta. Se trata de la inmensa bondad de Dios al mandar a su hijo unigénito, Jesús, para salvar al mundo del pecado. Este es el verdadero significado de la Navidad.

Por eso cuando decimos y deseamos ¡Feliz Navidad! estamos anhelando a nuestro prójimo que el niño Jesús nazca en su corazón. No nos olvidemos esta preciada consigna, aun si muchos cuestionan que el 25 de Diciembre sea la verdadera fecha del nacimiento de Cristo. Desear a alguien ¡Feliz Navidad!, sabiendo lo que realmente significa, es todavía más importante.

Que la venidera Navidad, sea un tiempo de paz y regocijo, meditación y esperanza. Que la televisión no nos haga creer que para tener la mejor Navidad hay que hacer las mejores compras en los supermercados. Recordemos que Jesús, el hijo de Dios, nació en un pesebre allá en Belén, mostrando con ello humildad, ternura y amor.

sábado, 3 de diciembre de 2011

El niño preguntón

Por: Juan Carlos Calderón Pasco

Este era un niño a quien le gustaba hacer preguntas. Por naturaleza todos los niños son curiosos, siempre hacen preguntas, y con ello, aprenden y descubren nuevas cosas. Pero este niño nunca dejaba de preguntar; a sus padres, sus maestros, a sus amiguitos de la escuela y del barrio. ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué vuelan los aviones? ¿Existe Papa Noel? ¿Por qué los perros hacen “guau guau” y los patos “cua cua”? ¿Quiénes son los extraterrestres? ¿De dónde salen los bebés?

Las interrogantes de este niño eran tan simples pero complejas a la vez que no siempre eran resueltas por sus interlocutores. Éstos incluso solían recurrir a la mentira para satisfacer la extrema curiosidad del párvulo, quien además se ganó el apelativo de “niño preguntón”.

Siendo ya adolescente, el “niño preguntón” dejó de hacer preguntas, y no porque conociese todas las respuestas, al contrario, cada día que dejaba de preguntar tenía mucho más dudas que antes. La razón de su silencio fue porque desconfiaba de la credibilidad de las respuestas. Y no era para menos, cuando dejó de ser niño se enteró que Papa Noel no era quien dejaba los regalos junto al árbol de navidad y que las cigüeñas no traían a los bebés.

Más adelante, el “niño preguntón” ingresó a la universidad y estudió la carrera de Periodismo. Luego, cuando comenzó a ejercer su profesión, se complacía por hacer preguntas a sus entrevistados. Era el trabajo perfecto, hacía lo que le gustaba y encima le pagaban por ello.

Con el tiempo, el “niño preguntón” comprendió que no siempre encontraría respuestas a todas las interrogantes que hacía, y era porque no todos los entrevistados respondían con la verdad. Otros evadían las respuestas y algunos simplemente desconocían el tema.

Todos hemos llevado o llevamos aún la esencia de este “niño preguntón”, y hemos llegado a la conclusión de que la vida está hecha de interrogantes de las cuales muchas tendrán respuestas y muchas otras, no, y que por más que nos esforcemos en buscarlas, sencillamente no las encontraremos. Este es el misterio de la vida.

En ocasiones tras satisfacer una pregunta se nos abrirán nuevos cuestionamientos. También recibiremos respuestas que no siempre estarán hechas de acuerdo a nuestra conveniencia o intereses y finalmente, nos daremos cuenta que las respuestas que buscamos no siempre estarán en el mundo exterior, sino dentro de nosotros mismos.