Juan
Carlos Calderón Pasco
Por
el trajín cotidiano o por la presión de hacer las cosas en plazos
determinados nos hemos acostumbrado en la actualidad a recurrir a la
improvisación para cumplir con diversos objetivos. Improvisar, que
no es otra cosas que realizar algo sin haberlo preparado con
anterioridad, constituye hoy en día una valiosa acción para
aquellos que -por falta de tiempo o por otro tipo de motivación- no
logran planificar aquellas cosas que han pensado ejecutar.
En
el ámbito organizacional, no existe el éxito si es que las acciones
no se planifican con anticipación. Aquí la improvisación es
considerada como una práctica que no va a la par con el desarrollo
empresarial. De igual forma en el sector económico y financiero se
condena cualquier acción improvisada, porque ella podría generar
una crisis de la cual sería muy difícil salir, ya que para esa
acción no se han elaborado programas de contingencia o medidas de
control.
Está
claro entonces que improvisar es la contraparte de planificar, pero
no necesariamente significa que la improvisación sea mala, pues para
muchos pragmáticos resulta una acción espontánea que se presenta
como solución a cualquier coyuntura o conflicto.
Sin
embargo, improvisar no es una acción que cualquiera puede realizar,
pues en determinadas tareas o circunstancias se requiere tener
ciertos conocimientos previos. Así como nadie puede hablar sobre lo
que no conoce, nadie puede improvisar sobre algo que no sabe.
Un
músico que en cualquier momento puede improvisar una melodía, es
considerado como un artista con un nivel superior, cuyo talento linda
con el virtuosismo, empero ese nivel de improvisación no se da por
arte de magia, sino porque ese músico tiene conocimiento de las
técnicas y está preparado para interpretar desde una fácil a una
compleja pieza musical.
Ciertamente
aquella persona que jamás haya tocado un instrumento o haya recibido
clases de teoría musical, estará en condiciones de tocar por
ejemplo las teclas de un piano e interpretar alguna piezas cumpliendo
algunos criterios de composición.
En
otros escenarios como el trabajo, en los quehaceres del hogar surgirá
siempre la necesidad de improvisar para resolver desde asuntos
domésticos hasta las labores más complejas.
En
cualquier actividad que queramos realizar, debemos prepararnos para
la improvisación con el fin de resolver con criterio y diligencia
algún suceso inesperado. Un sabio consejo es no involucrarnos en
asuntos que son ajenos a nuestras competencias pues en vez de ser
parte de la solución, podríamos ser parte del problema.
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