El placer de saber que existes
es suficiente para poder vivir;
pues alegras mis días tristes
me das motivos, para sonreír.
Es el placer de tu existencia
el que ahuyenta mis temores;
al altísimo le debo reverencia
por escuchar a mis clamores.
A tus pies caigo rendido,
la magia en ti comienza;
me has estremecido.
El cielo te ha enaltecido,
¡oh mujer! es tu belleza;
el paraíso prometido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario