lunes, 25 de agosto de 2014

Un mundo de decisiones

Por: Juan Carlos Calderón Pasco

Toda nuestra corta existencia está marcada por las decisiones que tomamos. Sean correctas o tal vez equivocadas, son las decisiones las que abren en nuestra vida un mundo de posibilidades, tanto para crecer como para caer en el más profundo abismo.
Una decisión que se constituye en una elección consciente -personal o grupal- en base a criterios, experiencias, motivaciones e incluso creencias es la que definirá nuestro éxito, bienestar y tranquilidad, o quizá todo lo contrario.

Se dice que para tener éxito en la vida hay que tomar las decisiones más acertadas, pero ¿cómo saber si la decisión que tomamos es la más adecuada para nuestros propósitos? Lo cierto es que cada uno de nuestros actos o elecciones debe tener cierto grado de convicción.

Si nos damos cuenta, en todo momento nos encontramos tomando decisiones. Desde que nos levantamos en la mañana ya estamos pensando qué vamos a tomar para el desayuno o qué ropa vamos a usar para ir a trabajar. Ciertamente, hay decisiones que no requieren mayor detenimiento y análisis, como sí las grandes e importantes decisiones.

A veces dudamos en tomar una decisión por temor a equivocarnos, por eso es bueno contar con diversas alternativas para poder elegir la mejor opción. Es necesario también tener información de primera mano, o mejor aun, estar bien informados respecto de los pro y contras de aquello que tengamos que decidir, pues cualquiera sea la situación, tendremos sí o sí que tomar una decisión, nos guste o no.

En algunas ocasiones de la vida nos encontraremos también en momentos decisivos en los que nos urgirá la necesidad de dar una respuesta inmediata para no perder grandes oportunidades. Es cierto que no hay que tomar decisiones a la ligera, pero tampoco hay que pensar mucho para decidirnos en hacer algo. Se dice que a veces las decisiones son como las medicinas: algunas son malas, pero es necesario tomarlas.

Hay situaciones -en el ambiente político, por ejemplo- en las que se hace necesario el asesoramiento de expertos en alguna materia para poder decidir. Incluso nos dejamos influenciar por otras personas -como familiares y amigos- para la toma de decisiones. Siempre es bueno recibir consejos, pero puede resultar catastrófico dejar que otras personas tomen decisiones por nosotros, sobre todo si se trata de temas de índole económico. Que salgan de nosotros mismos y no de otras personas palabras como “el tiempo lo dirá” o “el tiempo me dará la razón”.

Aprendamos en nuestra vida a tomar las mejores decisiones, pues estas son las que nos llevarán a donde queremos llegar, incluso más lejos que nuestras propias habilidades y talentos.


lunes, 4 de agosto de 2014

El sentido de la improvisación

Juan Carlos Calderón Pasco

Por el trajín cotidiano o por la presión de hacer las cosas en plazos determinados nos hemos acostumbrado en la actualidad a recurrir a la improvisación para cumplir con diversos objetivos. Improvisar, que no es otra cosas que realizar algo sin haberlo preparado con anterioridad, constituye hoy en día una valiosa acción para aquellos que -por falta de tiempo o por otro tipo de motivación- no logran planificar aquellas cosas que han pensado ejecutar.

En el ámbito organizacional, no existe el éxito si es que las acciones no se planifican con anticipación. Aquí la improvisación es considerada como una práctica que no va a la par con el desarrollo empresarial. De igual forma en el sector económico y financiero se condena cualquier acción improvisada, porque ella podría generar una crisis de la cual sería muy difícil salir, ya que para esa acción no se han elaborado programas de contingencia o medidas de control.
Está claro entonces que improvisar es la contraparte de planificar, pero no necesariamente significa que la improvisación sea mala, pues para muchos pragmáticos resulta una acción espontánea que se presenta como solución a cualquier coyuntura o conflicto.
Sin embargo, improvisar no es una acción que cualquiera puede realizar, pues en determinadas tareas o circunstancias se requiere tener ciertos conocimientos previos. Así como nadie puede hablar sobre lo que no conoce, nadie puede improvisar sobre algo que no sabe.

Un músico que en cualquier momento puede improvisar una melodía, es considerado como un artista con un nivel superior, cuyo talento linda con el virtuosismo, empero ese nivel de improvisación no se da por arte de magia, sino porque ese músico tiene conocimiento de las técnicas y está preparado para interpretar desde una fácil a una compleja pieza musical.
Ciertamente aquella persona que jamás haya tocado un instrumento o haya recibido clases de teoría musical, estará en condiciones de tocar por ejemplo las teclas de un piano e interpretar alguna piezas cumpliendo algunos criterios de composición.

En otros escenarios como el trabajo, en los quehaceres del hogar surgirá siempre la necesidad de improvisar para resolver desde asuntos domésticos hasta las labores más complejas.

En cualquier actividad que queramos realizar, debemos prepararnos para la improvisación con el fin de resolver con criterio y diligencia algún suceso inesperado. Un sabio consejo es no involucrarnos en asuntos que son ajenos a nuestras competencias pues en vez de ser parte de la solución, podríamos ser parte del problema.