martes, 2 de marzo de 2010

Los “garabatos” de Chopin

Por: Juan Carlos Calderón Pasco



Hoy es el día de tu cumpleaños, la historia dice que cumples 200, aunque solamente viviste 39, para muchos como yo, tú no has muerto.


Era un niño cuando te escuché, es más, mi padre siempre me hablaba de ti, sin embargo no le prestaba mucha atención porque andaba distraído, algo que era muy peculiar en mi corta existencia.





Aún así, tu presencia siempre se hacía sentir, con el trinar de las cuerdas de una guitarra que vibraban al ritmo de los dedos de mi padre. Frente a él (mi papá) reposaban sobre un atril las partituras de un vals o un nocturno. Mi inocencia me hacía suponer, que esas partituras que guardaban melodías tan mágicas y llenas de sensibilidad, se trataban de simples hojas de papel en blanco llenas de garabatos.


Desde aquellos momentos, que pasaron en un abrir y cerrar de ojos, que se fueron más rápido de lo que canta un gallo, simplemente te perdí de oído, por no decir, te perdí de vista.


Fue de grande (aunque no tan grande) cuando te volví a encontrar, dicho mejor, te volví a escuchar, y supe que eras tú, Frederick Chopin. Frédéric en fránces y Fryderyk en polaco.


Poco a poco te fui conociendo, supe que eras un romántico, un pianista, un compositor, el mejor de tu época, y hoy 1 de marzo del 2010 en que muchos te rinden un merecido homenaje póstumo, me atrevo a decir, que fuiste el mejor del mundo.


Es el bicentenario de tu nacimiento y como sé que no estaré para tu tricentenario, desde aquí, mi natal Perú, donde la esperanza de vida es de apenas 76 años, también me sumo al tributo de un grande en el piano, como fuiste tú, Chopin.


Sería difícil describir la enorme sensación de grandeza. Cómo las emociones viajan a través del tiempo, cómo se entremezclan los sentimientos más hondos, cuando uno de tus “garabatos” se interpretan en este fantástico instrumento de cuerdas percutidas llamado piano.


Sólo hay que escucharte para saber quién y qué fuiste. En la música sobran las palabras porque lo único que se activan son los sentimientos, y esto lo hacen perfectamente bien tus valses, tus nocturnos, tus baladas, algo de lo poco que he podido escuchar de ti.




En abril del 2009 si mal no recuerdo, intenté interpretar uno de tus “garabatos” y al final mis dedos terminaron garabateándose sobre las teclas de un piano, electrónico por cierto. A partir de allí supe cuán compleja era interpretar tu obra. Sólo tu Nocturno Opus 9 Nro. 2 me costó más de tres mes meses poder aprenderlo y otros tres meses más de ensayo para no olvidarlo, y eso que apenas voy en la mitad de la obra, una de las más de 200 que dejaste a la humanidad.


Es tu bicentenario, nadie hace fiesta en el mundo, sólo te escuchan, y aunque tus huesos estén sepultados en un cementerio de París, el homenaje que te hacen, es escucharte y escucharte y escucharte… otros interpretan tus obras para mantener viva tu memoria.


Sé que hubieras dado mucho más por este espléndido arte llamado música, pero a ti te bastaron sólo 39 años para hacer que tu nombre sea inmortal, es decir, tu corta existencia no te amilanó para mostrar a las futuras generaciones la magia de tu perfección técnica en la interpretación de una obra sobre los recónditos rincones de las teclas de un piano.


Este es mi homenaje a un grande del arte universal, al hombre que compuso algo que yo creí eran “garabatos”, que se fue 130 años antes que yo naciera, pero que cumplió 200 años manteniéndose vivo en los corazones del mundo.


Chopin no morirá, y si esto ocurre, será cuando sus obras dejen de sonar en el piano, por eso he de interpretar un nocturno, será en el año del bicentenario de su nacimiento.

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